La Universidad de Vigo estaba en sus inicios: Pocas alternativas de estudio, ubicación aislada y con malos accesos, instalaciones no preparadas … Era una aventura llegar cada mañana a clase. Muchas veces pensé en elegir otra carrera, una que no hubiese aquí, en Vigo , para no tener más remedio que ir a Santiago, donde mis antiguos compañeros de clase estaban estudiando y disfrutando de una verdadera vida universitaria. Sin embargo, recuerdo esos años con cariño y nostalgia. Y ahora que soy un maestro, sé por qué. Hay algo mucho más importante que las instalaciones y es el equipo humano. Los profesores que me formaron durante mi tiempo en la universidad, contribuyeron, como otros antes, a despertar en mí un deseo incansable de descubrimiento y aprendizaje. Este es el sentimiento que ahora trato de transmitir a mis alumnos desde mi trabajo en la escuela fantástica en la que estudié y que es también diferente de todas las demás por “ese fantástico equipo humano, del que ahora soy parte”